La camilla es una de las herramientas indispensables para el trabajo del quiromasajista. Permite al paciente tumbarse y que el profesional pueda realizar las maniobras necesarias de forma cómoda, acomodando la camilla a su altura.
Índice
Tipos de camillas para quiromasaje
Los tipos de camillas para quiromasaje que puedes encontrar en el mercado son tan variados como imprescindibles para el profesional. Sin embargo, es importante subrayar que cada camilla tiene unas características que pueden convertirla en idónea dependiendo de la persona que vaya a recibir el masaje.
Como podría afirmarse que existe una camilla para cada persona, procedemos a comentarte las diversas variantes de tan importante producto para un profesional como tú.
Camillas para masaje
Sería interesante tener claro cómo va a ser tu cliente potencial para adquirir una camilla que se amolde mejor a su edad y a sus necesidades. Es posible escoger entre las siguientes variantes.
Camillas plegables
Son las más recomendables si no tienes un gabinete o clínica fijos y trabajas a domicilio. Por lo general, su estructura es de aluminio para aligerar su peso. Se montan fácilmente y ofrecen un resultado aceptable.
Camillas fijas
Su peso aproximado es de 15 kilogramos. Su base puede ser de metal, generalmente acero, o de madera. Soportan a la perfección el peso de una persona y permiten afrontar cada sesión de forma más acertada.
Por su estabilidad y durabilidad, son una opción que debes tener muy en cuenta si dispones de un lugar de trabajo. Las de madera son muy adecuadas al incluirse en algunos modelos un espacio inferior en el que es posible almacenar todo tipo de enseres. Sin embargo, las de acero te sorprenderán por su resistencia al uso continuado.
Camillas regulables
A la hora de dar un masaje es esencial que amoldes la camilla tanto al cuerpo de tu cliente como al tipo de masaje que este necesita para eliminar el problema muscular que le afecta. La posibilidad de regular la altura y la posición es siempre importante para que consigas un óptimo resultado. Este tipo de camilla se divide en los siguientes grupos:
– Hidráulicas. Son muy duraderas, ya que el mecanismo que permite regular su altura no está formado por engranajes que puedan desgastarse. Solo necesitas pulsar el pedal correspondiente para determinar la altura más adecuada para trabajar. Soportan grandes cantidades de peso y te ayudan a trabajar con mayor comodidad.
– Eléctricas. Debes tenerlas siempre enchufadas a la red. El uso de los pedales inferiores es esencial para lograr elevar o bajar la camilla. Dependiendo del modelo, también pueden contar con un sistema periférico que te permitirá mover la camilla con un ligero movimiento del pie.
Es posible bajarlas a la altura de cualquier persona, lo que facilita su uso para quienes tienen problemas de movilidad o dolencias musculares de mayor gravedad. Además, te será más fácil regular su altura y encontrar la mejor opción para descargar tu musculatura durante tu jornada laboral. Esto repercutirá directamente en tu capacidad para seguir trabajando de forma más cómoda.
– Multiposturales. Si la sesión va a superar los 20 minutos, es aconsejable apostar por este tipo de camillas, que permite cambiar la postura del cliente cómodamente. Por lo general, presentan hasta nueve posiciones distintas para aprovechar mejor sus positivas características.
Las que incluyen un respaldo abatible te serán de utilidad para controlar mejor la postura y acceder a diversas zonas de la parte superior del cuerpo con menos esfuerzo.
Camillas de masaje según la especialidad
Tu especialidad como masajista es la que debe marcar el tipo de camilla que vayas a escoger. Si vas a practicar el masaje deportivo, en el que son habituales las repeticiones y la aplicación de fuerza, resulta más efectiva una camilla fija con una base sólida.
En el caso de dar masajes estéticos o de reflexología, por citar algunos ejemplos, lo más recomendable es que uses una multipostural para colocar a la persona en la posición más favorable para recibir el masaje elegido.
El uso de una mala camilla es totalmente desaconsejable, ya que puede provocar un empeoramiento de las lesiones al adoptarse posturas poco recomendables. Además, también tú deberás ir corrigiendo la posición y estirar diversas partes del cuerpo para no restarle efectividad a tu trabajo. A la larga, esta circunstancia podría terminar provocándote daños musculares como una elongación o una contractura.
El denominador común a la hora de comprar una camilla ha de ser siempre tener claro que la camilla no es solo una necesidad, sino también el mejor complemento posible para aumentar la efectividad de cada masaje.
Recuerda que debes considerar la camilla como el epicentro de tu actividad profesional y que de la elección podría depender que tu clientela tenga la comodidad más adecuada para que siga confiando en tus servicios.
Los diversos tipos de camillas para quiromasaje confirman que resulta imprescindible escoger la opción más idónea para el público potencial de cada quiromasajista. La variedad juega a tu favor como profesional, ya que podrás escoger siempre el modelo que mejor se adecúe a tus necesidades para convertir cada jornada de trabajo en una experiencia más gustosa.
Las sábanas de la camilla
El usuario, en ningún momento, se tumbará directamente sobre el tapizado de la camilla. Utilizaremos una sábana, que puede ser de papel o de tela, con la cubriremos la camilla.
Las sábanas de papel pueden de ser de un único uso o permitir varios lavados. Las de tela, deben lavarse tras cada uso.
Posición del quiromasajista respecto a la camilla
El quiromasaje es una técnica de masaje concebida para practicarse sobre una camilla. Puede realizarse sobre una cama o en el suelo, pero el desarrollo del masaje no será tan efectivo, porque la postura del quiromasajista no es la correcta respecto a quien recibe el masaje.
La altura del masajista respecto a la camilla debe permitirle utilizar el desplazamiento del cuerpo para ejercer mayor o menor presión y consumir menos energía.
Sin embargo, hay ocasiones en las que al masajista le puede venir bien jugar con la altura de la camilla. Por ejemplo, para un estilo de masaje con potencia, interesa que la camilla esté un poco más baja y así poder presionar con el fuerza propia del cuerpo.
Por contra, en protocolos relajantes, no tan intensos, la camilla puede estar un poco más alta.
La posición idea de la camilla es tres o cuatro dedos más baja que el trocante mayor del quiromasajista, que es fácilmente palpable en la epífisis superior del fémur.