Aunque las causas que las generan son aún desconocidas, el desarrollo de las enfermedades neurodegenerativas está principalmente ligado al envejecimiento. Diversos estudios han relacionado factores genéticos y ambientales con estas patologías, y pese a que en todas ellas hay casos de inicio temprano, el factor de riesgo más determinante es el incremento de la edad.
Dado el progresivo envejecimiento de la población, sobre todo en las sociedades industrializadas, es fácil adivinar que la incidencia de las enfermedades neurodegenerativas será cada vez mayor en el mundo.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la demencia afecta a unos 50 millones de personas en el mundo, cifra que se prevé que llegue a 82 millones en el año 2030 y a 115 en el año 2050.
En España, la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer y otras demencias (CEAFA cifra en más de 1.150.000 las personas afectadas por alguna enfermedad degenerativa, cuya incidencia aumentará en los siguientes años, según los expertos.
Aún no existe cura para estas patologías y los actuales tratamientos farmacológicos van encaminados a proporcionar la mayor calidad de vida posible a los afectados en las diversas fases de la enfermedad, disminuyendo o retrasando los síntomas asociados a las alteraciones en la conducta y el comportamiento, como son:
- Actividad verbal y motora inadecuadas.
- Agitación, caracterizada por una hiperactividad psicomotriz sin un fin determinado – deambulación, inquietud, gesticulación – acompañada de ansiedad y angustia emocional.
- Irritabilidad y agresividad.
- Apatía y depresión.
Los medicamentos más utilizados son los sedantes y antipsicóticos con el fin de relajar al paciente. Sin embargo, su eficacia se acompaña de efectos secundarios importantes, como la somnolencia, que incrementan el riesgo de caídas y la disminución de la capacidad de respuesta y relación con el entorno.
Por ello, cada vez más se tiende a combinar estos tratamientos con terapias complementarias como la musicoterapia, la estimulación sensorial, la aromaterapia y el masaje.
Qué es una enfermedad neurodegenerativa
Las enfermedades neurodegenerativas afectan al sistema nervioso central o periférico y se caracterizan por el progresivo deterioro y muerte de las neuronas. Se distinguen entre ellas por las afectaciones en distintas áreas del cerebro y, por tanto, en su sintomatología y evolución.
Son enfermedades incurables que provocan trastornos motores – ataxias – y alteraciones en el funcionamiento normal del cerebro – demencia – e interfieren en el desarrollo de las actividades de la vida diaria (AVD).
Las dos enfermedades neurodegenerativas más frecuentes son el Alzheimer y el Parkinson. Otras patologías degenerativas son la enfermedad de Huntington o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Índice
La demencia en las enfermedades neurodegenerativas
La OMS define la demencia como «un síndrome –generalmente de naturaleza crónica o progresiva– caracterizado por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia no se ve afectada.»
Según las áreas cerebrales afectadas, la demencia se clasifica de la siguiente forma:
- Demencia cortical. El área más afectada es la capa más externa del cerebro, el córtex cerebral, implicado en los procesos cognitivos, como el lenguaje y la memoria. Un claro ejemplo es la enfermedad de Alzheimer.
- Demencia subcortical. Las áreas afectadas se encuentran por debajo del córtex comportando una lentitud del pensamiento, variaciones relevantes del estado anímico y disminución de la capacidad de prestar atención. La enfermedad de Parkinson suele dar lugar a este tipo de demencia.
- Demencia mixta. Están afectadas las dos grandes áreas cerebrales. Puede deberse a un infarto cerebral extenso, una hemorragia cerebral o estar causada por una serie de pequeños accidentes cardiovasculares durante un periodo de tiempo prolongado que de manera progresiva deterioran el tejido cerebral y las conexiones entre las neuronas.
Estudios sobre el efecto del masaje en enfermos con demencia
Como hemos señalado anteriormente, el tratamiento farmacológico busca aminorar el proceso degenerativo y mejorar la sintomatología, aliviando el dolor o preservando el rango de movilidad según la patología, para que el paciente pueda seguir siendo autónomo el mayor tiempo posible.
No obstante, el uso de los fármacos conlleva efectos adversos indeseados. Por esta razón, organismos como la Federación Europea de Sociedades Neurológicas recomiendan recurrir a terapias complementarias como estrategia para solventar los síntomas de la demencia en sus primeras fases, cuando aún no son graves.
En España, el «Plan Integral de Alzheimer y otras Demencias (2019-2023)», elaborado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (actualmente Ministerio de Sanidad), contempla en sus líneas de actuación «Elaborar y difundir entre todos los profesionales implicados (…) desmontando prejuicios o cuestionamientos al respecto y argumentando su utilidad al existir diversidad de tratamientos a aplicar con efectividad probada (no solo fármacos; terapias no farmacológicas), además de facilitar el acceso a prestaciones y servicios sociales, de dependencia,…».
Diferentes estudios señalan que los óptimos efectos del masaje tanto en el plano físico – aumento de la circulación sanguínea, disminución de las contracciones musculares y alivio del dolor – como en el mental y emocional – disminución de la agitación y mejora del estado anímico – en pacientes con demencia.
Las terapias basadas en el masaje se recomiendan para conseguir que las personas enfermas logren un mayor confort.
El Registro Especializado del Grupo Cochrane de Demencia y Trastornos Cognitivos destaca el masaje manual tradicional como terapia complementaria y, aunque puede aplicarse en cualquier estadio de la demencia, los mejores resultados se observan en niveles de moderado a grave.
El masaje manual es especialmente eficaz para reducir la agitación. Un estudio piloto de la Universidad de Griffith estableció que la presión, la fricción y el estiramiento de los tejidos blandos de forma repetitiva lograba disminuir los síntomas conductuales.
La acción de las manos del quiromasajista otorga una sensación tranquilizadora en el paciente con demencia. Además, el masaje actúa en las áreas cerebrales corticales y subcorticales logrando una mayor relajación y favorece la secreción de la hormona oxitocina relacionada con una mejora del estado de ánimo.
Beneficios del masaje como terapia complementaria en el tratamiento de la sintomatología de las enfermedades neurodegenerativas
La mayoría de estudios realizados aplicaron el masaje en el hemicuerpo superior y las técnicas utilizadas son el effleurage y el amasamiento aplicadas de manera rítmica, lenta y suave, con ligeras presiones circulares, durante un periodo de entre 24 y 30 minutos.
- Se constata una disminución inmediata de la agitación y la agresividad, prolongándose este efecto durante dos semanas o más. Algunos estudios cifran esta mejora incluso hasta en seis semanas.
- El masaje aplicado en muñecas, dedos y manos aumenta la destreza en la realización de actividades de la vida diaria.
- Tras la práctica del masaje, los pacientes descansan y duermen mejor, logrando también un alivio del dolor.
Las enfermedades neurodegenerativas son una realidad cada vez más patente en las sociedades industrializadas con bajos índices de natalidad y un número cada vez mayor de personas ancianas.
Conseguir la mayor calidad de vida posible para estos enfermos y sus familias debe ser el objetivo principal. Combinar el tratamiento farmacológico con las terapias complementarias es una inestimable ayuda para lograrlo.
“Hay enfermos incurables, pero ninguno incuidable”
(Francesc Torralba – Filósofo)