El gesto de llevarnos las manos al cuello echando la cabeza hacia atrás en un intento de aliviar las molestias y el dolor cervical debe ser uno de los más frecuentes, dado que se estima que aproximadamente un 70% de la población de todo el planeta ha sufrido esta afección.
Si bien en algunos casos, aproximadamente un 15%, se debe a patologías severas como la artritis reumatoide o la espondilitis, el 85% restante va asociado a hábitos posturales inadecuados y episodios mantenidos de estrés.
Causas ambas que podemos solventar con la adopción de una correcta higiene postural y una buena gestión emocional. Las técnicas manuales contribuyen a aliviar el dolor y a liberar la musculatura cervical tensionada. Te lo explicamos todo en este artículo.
Índice
Qué es la cervicalgia
El término cervicalgia significa dolor en el cuello, como nos indica su etimología, del griego antiguo -algia [dolor] y del latín cervix [cuello]. El dolor cervical comprende desde la línea occipital y la primera vértebra cervical hasta la séptima vértebra cervical y/o primera vértebra dorsal, pudiendo extenderse hacia la parte posterior del cráneo, la zona frontal y los ojos, e irradiar por los hombros, brazos y antebrazos hasta los dedos de las manos.
La cervicalgia es una afección muy común y está clasificada como el cuarto dolor más incapacitante a nivel mundial. En España, la cervicalgia crónica afecta al 21,9% de las mujeres y al 9,6% de varones.
Causas de la cervicalgia
La región cervical es la parte de la columna vertebral que presenta más movilidad y, en consecuencia, es el tramo con mayor probabilidad de padecer algún tipo de lesión. Generalmente, la cervicalgia es resultado de una tensión muscular sostenida en el área del cuello que puede deberse a diversas causas:
- Posturales. La adopción habitual de malas posturas tensiona la musculatura del cuello y provoca el bloqueo de las vértebras cervicales.
- Degenerativas. Con los años acumulamos miles de movimientos de flexión, extensión y rotación, con el consiguiente desgaste de las estructuras cervicales: vértebras, articulaciones y discos intervertebrales.
- Traumáticas. El latigazo cervical debido a un accidente de tráfico es una causa común de cervicalgia. Caídas.
- Infecciosas. Patologías como la meningitis, la artritis reumatoide o la espondilitis, enfermedad inflamatoria que provoca la fusión de las vértebras, son causantes de cervicalgias.
- Psicológicas. La ansiedad y el estrés cotidiano, los disgustos o la crispación provocan tensión muscular involuntaria, contracturas y rigidez.
Factores de riesgo
En personas menores de cuarenta años, uno de los principales factores de riesgo es el sedentarismo. El perfil tipo es el de una persona que desarrolla una profesión en la que está sentada la mayor parte del tiempo, por ejemplo ante un ordenador o conduciendo, y que no práctica una actividad física regular, dedicando su tiempo de ocio a actividades no dinámicas (ver la televisión, videojuegos, …).
Otros factores de riesgo son:
- Tener más de cuarenta años.
- Enfermedades o lesiones previas que afecten a la región cervical.
- Padecer lumbalgias.
- Practicar habitualmente deportes como el ciclismo, sobre todo de montaña, o la natación estilo braza.
- Alteraciones emocionales como el estrés y el exceso de responsabilidad.
Tipos de cervicalgia
La cervicalgia puede clasificarse según su duración o por su sintomatología.
En función de la duración:
- Cervicalgia aguda. El episodio aparece de forma repentina y dura desde unos días hasta tres semanas. Suele deberse a una mala postura, normalmente demasiadas horas frente al ordenador, o al estrés.
- Cervicalgia subaguda. En este caso, el dolor dura de cuatro a doce semanas.
- Cervicalgia crónica. El dolor se mantiene desde hace más de tres meses. La causa puede ser el desgaste de las estructuras, una incorrecta higiene postural mantenida durante años o la consecuencia de una cervicalgia aguda no tratada.
- Cervicalgia recurrente. La sintomatología puede desaparecer hasta por cuatro semanas para volver con más intensidad.
Según los signos que presenta:
- Dolor en la región cervical con restricción de la movilidad.
- Cervicalgia acompañada de cefaleas.
- Cervicalgia con déficit del control muscular voluntario.
- Cervicalgia con dolor irradiado.
Síntomas de la cervicalgia
El dolor y la rigidez son los dos síntomas más característicos de una cervicalgia. Según el tipo de cervicalgia y si existen o no otras patologías asociadas, pueden darse también otros síntomas:
- Cefaleas
- Cansancio
- Náuseas y vómitos
- Vértigo
- Pitidos en los oídos
- Trastornos visuales
- Hormigueos y entumecimiento en hombros y manos
- Fiebre
Alteraciones asociadas a la cervicalgia
Junto a la cervicalgia es común que se presenten otras alteraciones como estas:
Bruxismo. El hábito de apretar los dientes, sobre todo mientras se duerme, aumenta la tensión del tejido miofascial y desequilibrio muscular, generando cansancio en los músculos faciales, mandibulares y cervicales y causando, además de desgaste de las piezas dentales, cefaleas y dolor cervical.
Dolor de hombro. La tensión muscular del cuello puede comprimir algunas de las raíces nerviosas que forman el plexo braquial produciendo un pinzamiento.
Síndrome cérvico-braquial. Si se produce un pinzamiento de las raíces nerviosas responsables de la inervación de la musculatura braquial pueden darse varios síntomas como entumecimiento, hormigueo, pinchazos y trastornos sensitivos de brazos y manos.
Neuralgia occipital. La cervicalgia y las cefaleas suelen ir unidas. Al tensionarse y contracturarse la musculatura cervical afecta a las terminaciones nerviosas de las inserciones en el reborde occipital causando un tipo de cefalea que puede alcanzar la zona frontal y los ojos, dando lugar a mareos, somnolencia y trastornos visuales.
Vértigos. En ocasiones, la musculatura cervical contracturada comprime la arteria cerebral y dificulta el flujo de sangre al cerebro y al oído, causando mareos y vértigos.
Beneficios de las técnicas manuales para aliviar la cervicalgia
En cervicalgias agudas es probable que el dolor desaparezca por sí solo si la persona afectada corrige la causa o deja de realizar la actividad que causaba la dolencia. Sin embargo, si esto no sucede y la cervicalgia se alarga en el tiempo es recomendable adoptar medidas para evitar que se agrave y cause problemas mayores.
En su punto más álgido es frecuente la toma de analgésicos y la prescripción de antiinflamatorios y relajantes musculares para reducir la tensión y el dolor. No obstante, es fundamental conocer y solucionar la causa primaria, pues de lo contrario el alivio será transitorio.
Las terapias manuales son muy efectivas para rebajar el nivel de dolor y relajar la musculatura cervical. Es muy importante que la persona afectada por la cervicalgia se comprometa en el protocolo de recuperación corrigiendo los malos hábitos posturales y realizando ejercicios adecuados para fortalecer la musculatura del cuello, la nuca y la zona alta de la espalda.
Las técnicas manuales más indicadas son:
- Masaje descontracturante para eliminar las contracturas de la musculatura cervical, principalmente trapecios, elevadores de la escápula, paravertebrales cervicales y dorsales.
- Técnicas de liberación miofascial para resolver los atrapamientos y devolver la estabilidad y el equilibrio de la estructura corporal.
- Técnica de los puntos gatillo miofasciales con el fin de disolver los puntos gatillo miofasciales activos de la musculatura implicada.
- Movilizaciones pasivas.
- Estiramientos de los distintos músculos implicados.
- Tracciones y relajaciones suaves. Esta técnica osteopática, denominada bombeo del cuello o pompage, consiste en traccionar suavemente la columna cervical sin sobrepasar la elasticidad fisiológica, mantener la tensión unos segundos y relajar muy lentamente. De este modo, se consigue aumentar el espacio intervertebral.
Es importante que la persona aquejada de cervicalgia lleve a cabo ejercicios activos para fortalecer la musculatura si así se recomienda y que tome consciencia de la necesaria higiene postural.
La implicación en el autocuidado, la práctica de una adecuada actividad física y una apropiada gestión física y emocional de nuestro organismo constituyen la mejor prevención.
Incorporar las terapias manuales y disciplinas como el Pilates, el yoga o la meditación en nuestras rutinas cotidianas nos ayuda a tomar consciencia de nuestro cuerpo y mente y a saber escucharlos.
La tensión es quien crees que deberías ser. La relajación es quien eres» (Proverbio chino)