La palpación de la rodilla es una técnica fundamental en la evaluación manual de esta articulación. Dominar este procedimiento no solo facilita la identificación de estructuras clave, sino que también permite detectar anomalías que podrían indicar lesiones o disfunciones articulares.
La rodilla es una de las articulaciones más complejas del cuerpo humano. Su estructura está compuesta por huesos, ligamentos, meniscos y tendones que trabajan en conjunto para proporcionar estabilidad y movimiento. Sin embargo, debido a su constante exposición al estrés mecánico, es común que sufra lesiones. Una correcta exploración manual ayuda a detectar signos de inflamación, restricciones en la movilidad y sensibilidad en áreas específicas.
Índice
Preparación para la palpación de la rodilla
Antes de iniciar la exploración manual de la rodilla, es esencial preparar tanto al paciente como al profesional para asegurar una evaluación precisa y efectiva. Una correcta posición y relajación muscular facilitará la identificación de estructuras clave y minimizará posibles molestias.
Lo primero es colocar al paciente en una posición cómoda, generalmente en decúbito supino con la rodilla flexionada a 90 grados. Esta flexión permite relajar los tejidos y resaltar las líneas articulares, facilitando la palpación de los cóndilos femorales, la rótula y el tubérculo tibial. Además, la piel se mantiene tensa, lo que ayuda a distinguir mejor las estructuras óseas.
El quiromasajista debe ubicarse en una posición estable, con las manos relajadas pero firmes. Antes de comenzar la palpación, es recomendable realizar una inspección visual de la rodilla para detectar inflamaciones, asimetrías o cambios en la coloración de la piel. También se debe valorar la temperatura cutánea, comparando con la rodilla contralateral para identificar signos de inflamación o alteraciones circulatorias.
Una vez realizada la observación inicial, se puede proceder con una palpación sistemática de las estructuras óseas y blandas. Este proceso debe realizarse de manera ordenada y simétrica para garantizar una exploración completa y efectiva de la articulación.
Palpación de estructuras óseas
La identificación de las estructuras óseas de la rodilla es un paso fundamental en la exploración manual. Estas estructuras proporcionan referencias anatómicas clave para evaluar la alineación articular, la presencia de irregularidades y posibles lesiones.
Para iniciar, con la rodilla flexionada a 90 grados, comienza palpando la rótula, deslizando suavemente los dedos sobre su superficie. Es importante reconocer su borde superior, inferior y sus caras medial y lateral. Evalúa su movilidad empujándola en distintas direcciones, lo que puede revelar alteraciones en la articulación femoropatelar.
A continuación, localiza los cóndilos femorales. Para ello, coloca los pulgares en la parte anterior de la rodilla y los dedos en la región posterior, en la fosa poplítea. Palpa los cóndilos medial y lateral con movimientos circulares para detectar sensibilidad o irregularidades óseas.
Después, identifica la meseta tibial, situada justo debajo de los cóndilos femorales. Desliza los dedos hacia abajo hasta encontrar el tubérculo tibial, una prominencia ósea donde se inserta el tendón rotuliano.
Por último, localiza la cabeza del peroné, en la parte lateral de la rodilla. Su palpación es indispensable para evaluar la estabilidad del ligamento colateral lateral y descartar desplazamientos anómalos.
Evaluación de líneas articulares
La línea articular de la rodilla es un punto clave en la exploración manual, ya que su palpación permite detectar inflamaciones, derrames articulares y lesiones en meniscos o ligamentos. Para identificarla correctamente, es esencial realizar la palpación con la rodilla flexionada a 90 grados, lo que facilita el acceso a las estructuras profundas.
Para evaluar la línea articular medial, desliza los dedos a lo largo del espacio entre el cóndilo femoral medial y la meseta tibial medial. La palpación debe ser firme pero sin generar dolor excesivo. Una sensibilidad aumentada en esta área puede indicar una lesión del menisco medial o inflamación del ligamento colateral medial.
En el caso de la línea articular lateral, sitúa los dedos en la región externa de la rodilla, entre el cóndilo femoral lateral y la meseta tibial lateral. La presencia de dolor o inflamación podría estar relacionada con una lesión del menisco lateral o una alteración en el ligamento colateral lateral.
Es importante comparar ambas líneas articulares y valorar cualquier asimetría, aumento de temperatura o presencia de derrame sinovial. Para esto, se puede emplear la maniobra del peloteo rotuliano, que ayuda a detectar acumulación de líquido intraarticular, un signo frecuente en lesiones traumáticas o inflamatorias.
Exploración de ligamentos y tendones
La palpación de los ligamentos y tendones de la rodilla es fundamental para evaluar la estabilidad articular y detectar posibles lesiones ligamentarias o tendinosas. Estos tejidos conectivos juegan un papel clave en el control del movimiento y la resistencia a fuerzas externas.
Comienza con la exploración del ligamento colateral medial (LCM). Se localiza en la parte interna de la rodilla, extendiéndose desde el cóndilo femoral medial hasta la meseta tibial medial. Su palpación se realiza con la rodilla en flexión de 30 grados, aplicando una ligera presión para detectar puntos dolorosos o irregularidades que puedan sugerir una distensión o rotura parcial.
A continuación, palpa el ligamento colateral lateral (LCL). Se encuentra en la parte externa de la rodilla, conectando el cóndilo femoral lateral con la cabeza del peroné. A diferencia del LCM, el LCL es más delgado y se percibe mejor con la rodilla en flexión y el pie en rotación interna.
Luego, explora el tendón rotuliano, que se extiende desde la rótula hasta el tubérculo tibial. Su palpación permite identificar signos de tendinitis, especialmente en personas con alta carga deportiva. También es importante evaluar el tendón del cuádriceps, situado por encima de la rótula, esencial en la extensión de la rodilla.
Por último, examina la zona de la pata de ganso, donde se insertan los músculos sartorio, semitendinoso y recto interno. La inflamación en esta área puede ser indicativa de bursitis anserina, común en deportistas o personas con sobrecarga mecánica.
Palpación de los meniscos
Los meniscos de la rodilla son estructuras fibrocartilaginosas que actúan como amortiguadores entre el fémur y la tibia, proporcionando estabilidad y facilitando el movimiento articular. Su palpación es clave para detectar lesiones meniscales, especialmente en personas que han sufrido torsiones o impactos en la rodilla.
Para evaluar el menisco medial, coloca la rodilla en flexión de 90 grados y localiza la línea articular medial. Con los dedos, aplica una presión suave y progresiva en la interlínea, palpando desde la parte anterior hacia la posterior. Un dolor localizado puede sugerir lesión meniscal o inflamación. Para confirmar, realiza una rotación externa del pie, lo que tensa el menisco medial y puede acentuar la sintomatología en caso de lesión.
En el caso del menisco lateral, la palpación se realiza sobre la línea articular lateral, siguiendo la misma técnica que en el medial. En este caso, una rotación interna del pie ayudará a valorar la posible presencia de lesión meniscal lateral.
Para una exploración más precisa, complementa la palpación con maniobras clínicas como la Maniobra de Apley, que permite evaluar el estado del menisco aplicando presión y rotación sobre la tibia. Además, la Maniobra de Steinman II ayuda a localizar el punto exacto del dolor mediante el desplazamiento del mismo en función del grado de flexión.
