La bursitis se incluye en el grupo de síndromes reumáticos de los tejidos blandos que afectan a los tendones, ligamentos, bolsas serosas, músculos, tejidos conjuntivos y tejidos adiposos. Una de las herramientas más efectivas para atenuar el malestar que conlleva es el quiromasaje para la bursitis.
Una bursa es una bolsa cerrada y llena de líquido sinovial, que funciona como una almohadilla de protección y amortiguación, ubicada entre los huesos y otras partes móviles como los músculos, los tendones o la piel.
Índice
¿Qué es una bursa?
El término bursa deriva del latín medieval /burs(am)/ y éste del griego /βύρσα/ que significa «pellejo» o «bolsa».
Se utiliza por vez primera como nombre científico en 1734 por Bernardi Siegfried Albinus en su libro Historia Musculorum Hominis.
La bursa está presente cuando un tendón o un ligamento tiende a frotar contra otro tejido o hueso. Su función es absorber el impacto y la fricción que se crea, facilitando el deslizamiento entre estructuras.
El cuerpo humano tiene alrededor de 150 bursas y la bursitis puede producirse en cualquiera de ellas.
Localización de las bursas
Las bursas están presentes en las principales articulaciones del cuerpo, diferenciándose según su localización:
- en los tendones: las bursas se colocan entre éstos y los huesos
- musculares: las bursas se colocan entre dos músculos
- subcutáneas: las bursas se sitúan entre la piel y los huesos que no están cubiertos por músculos
¿Qué es la bursitis?
Es la inflamación de las bursas. Aunque hay bursas en todo el cuerpo, la bursitis se manifiesta sobre todo en hombros, codos, muñecas, caderas, pelvis, rodillas, dedos de los pies y talones, donde el movimiento articular es más repetitivo de manera cotidiana.
Muchas veces se desconoce el origen de la bursitis. Las causas más comunes son:
- el uso repetido y prolongado de una articulación
- someter a una articulación a una fuerza excesiva
- sufrir un traumatismo
- padecer una infección
- como consecuencia de ciertas enfermedades como la gota, la artritis reumatoide, las enfermedades de la tiroides y la diabetes
Esta afección se da con más frecuencia conforme envejecemos.
Algunas de las bursitis más habituales son:
- Bursitis subacromial. Situada justo encima del grupo muscular que forma el manguito rotador. El uso excesivo del hombro o la existencia de depósitos de calcio puede desencadenar la patología. Provoca dolor severo al mover el hombro.
- Bursitis olecraniana. La bursa situada debajo del codo puede inflamarse por muchos motivos. Uno de ellos es el apoyo repetido de los codos sobre una superficie dura.
- Bursitis trocantérea. Esta bursa protege el trocánter mayor del fémur y se inflama a causa de traumatismos reiterados sobre esta zona, sobrecarga articular, exceso de peso o dismetría de piernas o calcificaciones, entre otras. Puede afectar solo a un lado de la cadera o ser bilateral.
- Bursitis isquial. La bursa se localiza debajo del isquion y puede inflamarse por estar sentado demasiado tiempo sobre una superficie dura o a consecuencia de una lesión. El dolor irradia hacia la parte posterior del muslo.
- Bursitis prepatelar. El gesto de arrodillarse frecuentemente puede inflamar esta bursa situada bajo la piel y delante de la rótula, causando hinchazón de la rodilla y dolor intenso. Otras causas pueden deberse a una infección o lesión.
- Bursitis infrapatelar. La bursa afectada se localiza debajo de la rótula.
- Bursitis anserina. Varios son los motivos que pueden causar una inflamación en esta bursa ubicada debajo de la rodilla en la parte interior de la pierna: correr al trote de manera habitual, padecer osteoartritis en la rodilla o tenerlas en genu valgo, ser diabético o tener sobrepeso.
- Bursitis retrocalcánea. Afecta a la bursa situada en la parte posterior del hueso del talón, causando inflamación a ambos lados del mismo. La práctica recurrente de deportes como el baloncesto o el tenis pueden ser la causa. Esta patología suele ir asociada a diversos tipos de artritis.
- Bursitis aquilea. Inflamación de la bursa localizada entre la piel de la zona posterior del talón y el tendón de Aquiles. El uso de zapatos inadecuados que provocan una fricción de los mismos contra la parte posterior es uno de los desencadenantes más frecuentes.
Tipos de bursitis
Bursitis aguda
La articulación aquejada está enrojecida y con temperatura más alta que el resto del cuerpo. Sucede de forma repentina causando dolor. Suele tener un origen sistémico debido a una infección o enfermedad.
Bursitis crónica
A menudo es consecuencia de una bursitis aguda o de una lesión previa en la articulación que presenta hinchazón y dolor, pudiendo ocasionar atrofia muscular y debilidad motora. Puede durar días o semanas y ser recurrente.
Sintomatología
Los síntomas más comunes son:
- dolor articular, incluso en reposo
- sensibilidad al presionar la zona periarticular
- rigidez y dolor al mover la articulación
- enrojecimiento, hinchazón y temperatura más elevada en la zona
El médico puede diagnosticar la bursitis con una exploración física y pruebas de imagen obtenidas con una radiografía o una resonancia magnética. También puede solicitar una extracción de líquido del área inflamada para analizarlo y poder descartar una infección.
Procedimiento habitual
Las pautas de actuación en la mayoría de los casos se dirigen a conseguir disminuir el dolor y la inflamación hasta que la bursitis desaparezca. Para ello suelen tomarse una serie de medidas en función del tipo de bursitis.
Bursitis aguda no infectada
- aplicación de frío, sobre todo, los primeros días
- evitar sobreesfuerzos
- limitar el uso y los movimientos de la articulación afectada
Bursitis crónica no infectada
- aplicación de frío en los primeros días de su aparición o recurrencia
- evitar sobreesfuerzos
- seguir las instrucciones del facultativo que ha diagnosticado la bursitis respecto a la toma de medicamentos antiinflamatorios
- realización de los ejercicios recomendados, en caso de derivación fisioterapéutica
- en algunos casos, se prescriben inyecciones de corticosteroides
En bursitis infectadas, se realiza la extracción del líquido de la bursa para analizarlo y recetar los antibióticos adecuados.
Abordaje de la bursitis con quiromasaje
El quiromasaje miofascial es el más adecuado para reducir el malestar, siempre y cuando la bursitis no esté causada por una infección, en cuyo caso nos abstendremos de realizar cualquier práctica.
El masaje se realiza de manera profunda y lenta, aumentando la presión conforme avanza la sesión. Se emplearán técnicas de roces y fricciones, realizando movimientos suaves y longitudinales sobre los músculos.
El masaje miofascial servirá para oxigenar los tejidos y desprender las adherencias en las fascias.
La duración será de 5 a 15 minutos, diariamente.
Si aplicamos criomasaje lo haremos en fricción mantenida y lenta, deslizando la maniobra de manera paralela a las fibras musculares dolorosas.
Tras el criomasaje, realizaremos un retorno venoso para estimular la circulación de la linfa y eliminar sustancias de desecho.
Prevención
Tras haber padecido una bursitis, sobre todo cuando se ha producido tras un traumatismo o por una causa mecánica, es conveniente recomendar algunos hábitos preventivos para evitar que se reproduzca.
- Intentar no realizar movimientos articulares muy repetitivos
- Fortalecer la musculatura que rodea la articulación
- Realizar calentamiento antes de una actividad física
- Usar protectores en la articulación afectada cuando se haya producido por la práctica deportiva o profesional
- Corregir gestos físicos o posturas inadecuadas