Los pies suelen ser una de las partes más olvidadas de nuestro cuerpo, al menos hasta que llega el buen tiempo y nos despojamos de botas y calcetines gruesos o nos producen alguna molestia o dolor.
Decía Leonardo Da Vinci que el pie es una pieza maestra de ingeniería y una obra de arte y no le faltaba razón.
Índice
Funcionalidad del pie
Los pies son la parte final de las extremidades inferiores. El concepto de pie abarca desde el tobillo hasta la punta de los dedos. Los pies son una de las partes más complejas del cuerpo humano que hace posible estas funciones:
- Soportan nuestro peso, tanto de forma estática como dinámica.
- Permiten desplazarnos de forma bípeda.
- Ejercen la función de palanca rígida creando suficiente fuerza de propulsión para poder caminar.
- Trasladan las fuerzas de rotación producidas por la cadera.
- Se adaptan a las superficies irregulares durante la marcha.
- Absorben un impacto constante.
Cada pie consta de 26 huesos, 33 articulaciones, 22 músculos y 107 ligamentos. Todos estos elementos conforman su estructura anatómica aportando la sujeción, la estabilidad y la amortiguación necesarias para su correcta funcionalidad.
Osteología del pie
El estudio de la anatomía ósea divide el pie en tres partes: retropié, mediopié y antepié.
El retropié es la parte posterior y está formada por los huesos calcáneo y astrágalo.
- Calcáneo. Es el mayor y más robusto hueso del pie, da forma al talón y es el primero que soporta las cargas al caminar. Está recubierto de una gruesa capa de grasa que cumple una función amortiguadora. El calcáneo está situado debajo del astrágalo, sobresaliendo por detrás la tuberosidad calcánea, cuya parte rugosa sirve para la inserción del tendón de Aquiles. En la zona plantar del calcáneo se origina la fascia plantar que se inserta en la base de los dedos. Articula con el astrágalo (articulación subastragalina y con el cuboides (articulación calcaneocuboidea).
- Astrágalo. Es el segundo mayor hueso del pie. Es un hueso corto que posee seis caras articulares. Se divide en dos partes, el cuerpo y la cabeza, separadas por una zona más estrecha a modo de cuello. El cuerpo se articula con la tibia y el peroné formando la articulación del tobillo (tibioperoneoastragalina) que posibilita bajar la punta del pie (flexión plantar) o llevarla hacia arriba (dorsiflexionar). La articulación que forma con el calcáneo (subastragalina) permite los movimientos de pronación y supinación. La cabeza se articula con el hueso escafoides (articulación astragaloescafoidea). El astrágalo amortigua las cargas y las reparte hacia delante para favorecer la correcta biomecánica del pie.
El mediopié alberga los huesos escafoides o navicular, cuboides y los tres cuneiformes.
- Escafoides o navicular. Este hueso de forma ovoidea se sitúa por delante del astrágalo, con el que forma la articulación astragaloescafoidea. Por su parte lateral se articula con el cuboides y por su cara anterior con los tres cuneiformes.
- Cuboides. Debe su nombre a su forma de cubo y se halla en la zona lateral del pie. Por su parte medial articula con el tercer cuneiforme y, algunas veces, con el escafoides. Por la parte posterior articula con el calcáneo y por la parte más distal con las bases del 4º y 5º metatarsianos.
- Cuneiformes. Son tres huesos en forma de cuña que se articulan por su parte posterior con el hueso escafoides, con los huesos metatarsianos por su parte anterior y lateralmente entre sí. El tercer cuneiforme también se articula con el cuboides. El cuneiforme medial es el mayor de los tres y el intermedio el más pequeño.
En la parte del antepié encontramos los cinco huesos metatarsianos y las catorce falanges.
- Metatarsianos. Son huesos tubulares con una prominencia en dirección dorsal. Todos están formados por una base (epífisis proximal), un cuerpo (diáfisis) y una cabeza (epífisis distal). La base se conecta con el tarso y con los metatarsianos vecinos y la cabeza con las primeras falanges de cada uno de los dedos. El de mayor calibre es el primer metatarsiano que junto a la falange proximal del primer dedo forma la primera articulación metatarsofalángica encargada de dar el impulso en la fase final de la marcha.
- Falanges. Los dedos de un pie están formados por catorce falanges. El primer dedo posee dos falanges y el resto, del segundo al quinto, tres falanges cada uno. Cada falange tiene una base, un cuerpo y una cabeza.
El esqueleto del pie también se estudia dividiéndolo en tarso (retropié y antepié), metatarso (los cinco metatarsianos) y dedos (formados por las falanges).
Artrología del pie
La articulación del tobillo es la que conecta el pie con la pierna. Aunque funcionalmente es una sola, está formada por las articulaciones tibioperoneoastragalina y subastragalina, ambas mencionadas anteriormente.
La articulación del tobillo se estabiliza con el ligamento lateral externo del pie, el ligamento lateral interno del pie o deltoideo y el ligamento interóseo.
Los huesos del pie se articulan entre sí mediante cuatro grupos de articulaciones:
- Intertarsianas. Articulan entre sí los huesos del tarso.
- Tarsometatarsianas. Articulan los huesos del tarso con los del metatarso.
- Metatarsofalángicas. Articulan las cabezas de los metatarsianos con las bases de las falanges proximales.
- Interfalángicas. Articulan entre sí las falanges de los dedos del pie.
Junto a las articulaciones encontramos numerosos ligamentos que sostienen, refuerzan y estabilizan las diversas estructuras.
Miología del pie
Los músculos del pie humano se distinguen entre extrínsecos e intrínsecos.
- Músculos extrínsecos. Son los que se originan en la pierna y llegan hasta el tobillo o el pie. Su función es posibilitar los movimientos de flexión, inversión y eversión.
- Músculos intrínsecos. Se originan e insertan en el propio pie y su acción es sobre el movimiento de los dedos y de soporte de los arcos plantares. Constituyen un total de 19 músculos divididos entre los del dorso y los de la planta del pie. Los dorsales son solo dos, el extensor corto de los dedos y el extensor corto del dedo gordo, mientras que los plantares se distinguen en cuatro capas de superficial a profunda y se responsabilizan de los diversos movimientos de flexión, extensión, abducción, aducción y del soporte de los arcos anterior o transverso, externo e interno.
La marcha
La marcha es el acto de desplazamiento del cuerpo hacia adelante manteniendo la postura estable. Los grupos musculares agonistas y antagonistas actúan de manera coordinada en el avance de ambas piernas. Es un proceso muy complejo que se aprende en los primeros años de vida conforme el niño humano adquiere el control de los sistemas nervioso, musculoesquelético y propioceptivo.
Un ciclo completo de marcha es la secuencia de todas las acciones de una extremidad al caminar, desde el primer contacto inicial al siguiente contacto inicial.
Cada ciclo de la marcha se divide en dos fases:
- Fase de soporte o apoyo. Es la fase en la que el pie está en contacto con la superficie y constituye el 60% del ciclo.
- Fase de oscilación. Es la fase en la que el pie se separa de la superficie y la pierna se desplaza hacia adelante. Constituye el 40% del ciclo.
Alteraciones de la marcha
La marcha es un proceso individual que, no obstante, es similar en los seres humanos, lo que permite establecer un patrón característico de marcha humana normal. Este patrón puede sufrir alteraciones, tanto extrínsecas como intrínsecas.
Algunos de los factores extrínsecos que pueden alterar el patrón normal de marcha son el uso de calzado inadecuado o ropa que impida el normal desarrollo del ciclo de marcha; el tipo de terreno o el ir cargado con un peso que nos entorpezca. Evidentemente, estos factores son transitorios y fáciles de evitar.
Respecto a los factores intrínsecos, el abanico es amplio y abarca las propias características físicas del sujeto (peso, altura), patologías neurológicas, musculares u óseas y traumatismos, entre otros. En estos casos las alteraciones pueden ser transitorias o permanentes y su corrección, si es posible, será más o menos compleja.
Problemas habituales de los pies
Los pies son una parte muy importante de nuestro cuerpo a la que muchas veces no prestamos la atención que merece. Si nos paramos a pensar en la cantidad de pasos que acumulan y el peso que soportan cada día de nuestra vida podemos entender el desgaste y esfuerzo que sufren con el paso de los años en los que, además, todo el organismo experimenta los cambios propios del envejecimiento.
Todo ello da lugar a alteraciones anatómicas y funcionales que dificultan el andar y pueden producir molestias o dolor.
Las afecciones más comunes que afectan a los pies son:
- Callos y sequedad de la piel
- Hallux valgus (juanetes)
- Espolón calcáneo
- Fascitis plantar
- Dedo en martillo
- Neuroma de Morton
- Tendinitis aquilea
- Esguince de tobillo
- Fracturas del pie
- Hongos
- Pie diabético
Cuidar nuestros pies a diario y usar un calzado adecuado es básico para continuar con nuestra actividad cotidiana. Es importante además detectar y tratar molestias o dolores menores antes de que se agraven y afecten a otras partes del cuerpo y a nuestro bienestar general.
El pie ha sido fundamental en la evolución humana, nos ha llevado a la inteligencia»
Sebastià Manresa – Traumatólogo mallorquín