El final del año nos induce a la reflexión y a formular propósitos para el siguiente que está a pocos días de empezar.
Hallar positividad incluso en los hechos más duros es un ejercicio que nos enfrenta a nosotros mismos y a nuestra actitud ante lo que nos pasa. Y de este año que termina, tan anómalo y complicado, debemos quedarnos con un aprendizaje que muchas veces se nos olvida.
Cuidar y cuidarnos ha sido la premisa destacada que nos ha hecho valorar lo que realmente importa: el ser por encima del tener, el poder del contacto, la autoestima y el saber escucharnos a nosotros mismos, crecernos ante la adversidad y concedernos el privilegio de ser generosos y empáticos.
Bienestar, salud y reencuentros son los principales deseos que formularemos al brindar por el nuevo año. En nuestras manos está la magia de realizarlos y proponernos otra manera de ser y estar.
Índice
El mejor propósito para el nuevo año
Cada primeros de año son mayoría las personas que expresan propósitos que les ayuden a cuidarse y a preservar la salud: alimentarse de forma consciente, abandonar malos hábitos, hacer ejercicio. Son muchas las acciones que podemos llevar a cabo para lograrlo.
Hoy queremos proponerte un propósito que aúna múltiples beneficios físicos, psicológicos y emocionales: el masaje. Establecer una rutina de masaje en tu vida aporta cambios positivos inmediatos que se extienden en el tiempo.
El masaje nos conecta con nuestro yo interior
La terapia de masaje nos hace tomar consciencia del momento presente. Genera sentimientos de bienestar y cuidado que nos hacen sentir bien.
No en vano, la piel es la prolongación periférica del sistema nervioso y nuestro mayor archivo emocional. El desarrollo del cerebro y de la piel sucede desde el mismo tejido embrionario, el ectodermo, a los 21 días de vida del embrión. Una conexión y una comunicación que continúa toda la vida.
El masaje consigue que aflore la información que la piel guarda. Desde las primeras caricias en el vientre de la madre vamos acumulando sensaciones y emociones que rememoramos ante los estímulos táctiles.
La piel guarda la memoria de las sensaciones agradables al igual que de las incómodas o dolorosas: el frío, el calor, la ansiedad, el estrés… Los trastornos psicodermatológicos son cada vez más frecuentes en las unidades clínicas y patologías como determinadas alopecias, urticarias, acné, psoriasis o dermatitis, entre otras, tienen un importante componente psicológico y emocional. El masaje es un gran soporte para quien sufre.
Las manos del quiromasajista escuchan el mensaje de la piel y saben como acercarse a ella. El organismo se relaja y la respiración se calma y se acompasa al ritmo de las maniobras.
El masaje: una herramienta poderosa para ser responsable de tu bienestar
El masaje engloba una doble vertiente que otorga un beneficio emocional placentero para el cuerpo y la mente junto a la acción mecánica de las técnicas sobre la anatomía y la fisiología del cuerpo. De esta manera, cuando una persona decide incorporar una rutina de masaje cotidiana asume un compromiso activo de autocuidado consciente.
En tiempos de estrés e incertidumbre se agradece más que nunca sentirse cuidado y estimado.
El colapso del sistema de atención sanitaria y la visión distante de la sintomatología con respecto al motivo nos dispensa un trato despersonalizado que intenta paliar el síntoma sin atender la causa que lo origina. El organismo se siente no escuchado y agrava sus llamadas de atención en forma de contracturas, dolores de cabeza, insomnio, cansancio y decaimiento.
El terapeuta trabaja desde una perspectiva holística del cuidado de cada individuo. Busca y promueve el equilibrio armónico del cuerpo, la mente y las emociones. Solo de esta forma se logra un completo bienestar.
Garantizando todas las medidas sanitarias de prevención, el terapeuta ofrece un ambiente que acoge y relaja. La música, la luz, el aroma de los aceites y cremas de masaje, la propia actitud calmada y profesional del quiromasajista logran regalar tiempo a la persona que va a recibir el masaje: un tiempo exclusivo para cuidarse y renovarse. Un rincón de paz consciente y reparadora antes de volver a la cotidianidad.
Cuando adoptamos una rutina de masaje nos aseguramos de reservar unos momentos para nosotros, para valorarnos y reconocernos en nuestra piel.
Con una sesión de masaje conseguimos:
- relajar el cuerpo y la mente
- recuperar la respiración profunda
- fortalecer la circulación sanguínea y linfática
- vigorizar el sistema inmune
- incrementar la autoestima y la energía vital
Haz un trato con tu bienestar
¿Vas cada cierto tiempo a la peluquería o a un centro de estética?¿Acudes al gimnasio o sales a correr para mantenerte en forma? Piensa porque lo haces: quieres verte y sentirte bien.
Muchas veces nos sentimos agotados física y anímicamente y nos cuesta seguir. Y aunque no exista una causa específica que justifique nuestro estado de ánimo y nuestra mala cara, nos sentimos mal.
El masaje y sus beneficios nos pueden ayudar mucho. Las manos del masajista nos acarician, nos presionan, nos amasan la piel y los músculos destensando nudos y contracturas, tonifican la circulación de la sangre y los líquidos del cuerpo y alivian el dolor. También nos relajan, aumentando la producción de hormonas como la serotonina y la endorfina e incrementando nuestra alegría y positividad.
Porque ¿de que te vale estar guapo y en forma si no te sientes bien?
El masaje es una recarga de bienestar con efecto buena cara. Hazte el propósito y pruébalo. Te vas a sentir y a ver tan bien que te animarás a cuidarte y a concentrarte en el presente de forma consciente y desde una óptica más realista y resiliente.
Así que ya lo sabes: pase lo que pase, no te prives de un buen masaje.