En la teoría de la reflexología, existen punto en los pies, manos y oídos corresponden a órganos, huesos y sistemas corporales específicos. Estas son las áreas reflejas. Los practicantes acceden a estos puntos o zonas para afectar los órganos y sistemas de todo el cuerpo.
Para representar cómo los sistemas corporales se corresponden entre sí, los reflexólogos usan «mapas» de reflexología. Es comprensible que no haya acuerdo entre todos los reflexólogos en todos los puntos; sin embargo, existe un acuerdo general sobre las principales zonas reflejas.
De hecho, la reflexología también se conoce terapia de zona. Esta es una práctica médica alternativa que implica la aplicación de presión a puntos específicos en los pies y las manos. Esto se realiza utilizando técnicas específicas de masaje de pulgar, dedo y mano sin el uso de aceite o loción. Se basa en un sistema pseudocientífico.
No obstante, cabe destacar que ya en el siglo XVI, hay evidencia de informes sobre el tratamiento de órganos internos mediante masaje y otros métodos de masaje reflejos.
Índice
¿Cómo funciona la reflexología y las zonas reflejas?
La teoría subyacente detrás de la reflexología es que hay ciertos puntos o «zonas reflejas» en los pies y las manos que están conectados enérgicamente a órganos específicos y partes del cuerpo a través de canales de energía en el cuerpo. En este sentido, la reflexología provecha los conocimientos sobre las conexiones de nervios entre segmentos internos de órganos, músculos y piel, para influir a nivel reflejo, sobre dolencias desde el exterior.
Al aplicar presión a las áreas reflejas, se dice que un reflexólogo elimina los bloqueos de energía y promueve la salud en el área corporal relacionada.
Algunos ejemplos de áreas reflejas y sus partes corporales correspondientes son estos:
-
- Las puntas de los dedos reflejan la cabeza.
- El corazón y el pecho están alrededor de la bola del pie.
- El hígado, el páncreas y el riñón están en el arco del pie.
- La parte baja de la espalda y los intestinos están hacia el talón.
Aunque las raíces de la reflexología se remontan al antiguo Egipto y China, William H. Fitzgerald, médico de oído, nariz y garganta, introdujo este concepto de «terapia de zona» en 1915. El fisioterapeuta estadounidense Eunice Ingram desarrolló aún más la teoría de la zona en la década de 1930 en lo que se conoce como reflexología moderna.
Según los reflexólogos, la presión sobre los puntos reflejos también ayuda a equilibrar el sistema nervioso y estimula la liberación de endorfinas que ayudan a reducir el dolor y el estrés.
Definición
Kevin y Barbara Kunz explican que las zonas reflejas del pie del individuo reflejan el estado general de tensión del individuo que ha resultado de una vida de adaptación al estrés. En este sentido, “las señales de estrés en los pies son una hoja de ruta para el reflexólogo”. A esto añaden que “dondequiera que se encuentre en un pie, es una señal de que el estrés y su efecto han comenzado a acumularse en las partes correspondientes del cuerpo”.
Alicia López Blanco explica en su libro Manual de Reflexología: Método Holístico (Robinbook, 2001) que “un reflejo es la respuesta rápida de estructuras biológicas a un estímulo determinado, fuera del control de la voluntad. Esta respuesta tiene lugar en un área distante de aquella que fuera estimulada”.
En este sentido, define el área o zona refleja como “aquella que representa un órgano o parte del cuerpo con el cual está conectado por vía nerviosa o por canales de circulación energética”. Según López Blanco, las zonas reflejas se distribuyen en un mapa que facilita su ubicación y reflejan tanto el aspecto físico como el mental y emocional de la persona y dan cuenta, además, de su estado energético.