Esta es una pregunta que se hacen muchas personas aquejadas de algún tipo de cáncer. También los profesionales del quiromasaje se plantean este interrogante cuando se encuentran ante esta situación.
La premisa indispensable es que el enfermo cuente con el beneplácito de su oncólogo. La relación entre el especialista en cáncer y sus pacientes implica muchas áreas de la vida de éstos: cómo se alimentan, el trabajo que desempeñan, la actividad física que realizan, que medicamentos o productos no farmacológicos toman o sus patrones de descanso. En definitiva, todo aquello que pueda tener un impacto sobre el tratamiento y el control de cada uno de ellos.
Este “permiso” es una garantía para el quiromasajista que deberá atenerse al estado físico y mental y al nivel de dolor de la persona que quiere recibir el masaje.
Índice
Qué es el cáncer (y qué no es)
El cáncer engloba un grupo de patologías caracterizadas por la división y el crecimiento sin control de células anormales en cualquier parte del cuerpo. Es una enfermedad causada por modificaciones de la secuencia genética en los genes implicados en la reproducción celular. La causa que provoca la anomalía genética puede darse por un cambio en la estructura de los genes, bien de manera espontánea o como respuesta al impacto de factores ambientales, o tener un carácter hereditario.
La división y crecimiento de las células es un proceso biológico que no puede modificarse ni verse afectado por efectuar un masaje.
Igualmente debe tenerse muy claro que la práctica del quiromasaje para pacientes oncológicos no tiene otro objetivo que aliviar y procurar relajación.
Existe un tabú sobre el cáncer que llega a convertir a los enfermos en “intocables”. El desconocimiento agrava el miedo a una enfermedad que, como muchas otras, no afecta por igual a todas las personas.
Son varias las contraindicaciones absolutas del quiromasaje. Podemos citar la inflamación aguda, enfermedades de la piel, fracturas, quemaduras o hemorragias, entre otras. El cáncer no es una de ellas, aunque sí puede ser una contraindicación relativa si su padecimiento conlleva alguna sintomatología adversa a la práctica del masaje. Por ello, es indispensable contar con el consentimiento del oncólogo.
El quiromasajista no “cura” ni pretende hacerlo. El terapeuta manual busca el cuidado integral del cuerpo y restablecer el equilibrio para proporcionar un mayor bienestar.
El quiromasajista alivia y promueve la recuperación física y mental adaptando el masaje a cada persona y, por tanto, no realizará las mismas maniobras para aliviar un codo dolorido a causa de una epicondilitis que para paliar la retención de líquido en unas piernas. Ni va a “curar” la epicondilitis ni va a hacer desaparecer mágicamente la hinchazón de las piernas, aunque sí contribuye a atenuar las molestias y contribuye a la recuperación. El masaje para un paciente con cáncer no “cura” pero tampoco provoca la propagación de la enfermedad y proporciona beneficios físicos y emocionales.
En este artículo te contamos cómo es un masaje “oncológico”, qué beneficios conlleva, qué precauciones hay que tomar y cuándo puede practicarse.
Qué es un masaje “oncológico”
Hemos entrecomillado el adjetivo porque no existe un masaje oncológico como tal. No hay unas maniobras especiales o específicas para este masaje. Más bien al contrario, si hay un masaje que debe personalizarse y adaptarse a las diversas etapas del proceso de la enfermedad sin duda es éste.
Es un tipo de masaje en que el quiromasajista ha de prestar especial atención al estado físico y psicológico del paciente.
Características del masaje oncológico
Las características principales que distinguen este masaje son la presión y la profundidad. Las maniobras se ejercerán de forma suave y ligera y nunca se debe trabajar sobre el tejido profundo, incluso aunque la enfermedad haya remitido.
El quiromasajista ha de ser muy consciente del objetivo del masaje. La vertiente holística del masaje se manifiesta aquí de forma clara, buscando un bienestar mental cuyo beneficio se refleja en el cuerpo.
Los receptores cutáneos perciben sensorialmente la acción del toque suave de las manos del quiromasajista y envían impulsos nerviosos al cerebro a través de la médula espinal. En consecuencia se genera una reacción fisiológica y psicológica beneficiosa para el enfermo.
Como en toda patología, existen unas precauciones a tener en cuenta:
- La piel puede estar más sensible debido al tratamiento de quimioterapia o radioterapia, por ello el toque debe ser suave.
- Es posible que el paciente presente un número bajo de glóbulos rojos y/o blancos. Deben extremarse las precauciones ante el mayor riesgo de infección o daño en los tejidos.
- Si existe linfedema en la axila y el brazo o en la pierna, como puede suceder cuando se han extraído ganglios linfáticos, debe efectuarse drenaje linfático postoperatorio en estas zonas.
- Si el enfermo está recibiendo radioterapia, el quiromasajista debe abstenerse de aplicar masaje en la zona irradiada para no irritar más la piel.
- Con estos usuarios utilizaremos siempre aceite o crema hipoalergénica y sin perfume.
- Preguntaremos al paciente si lleva colocado algún dispositivo intravenoso.
- Evitaremos el masaje en zonas donde el tumor se perciba superficialmente para evitar molestias o rechazo del enfermo.
Aunque no se requiere ninguna formación específica para dar estos masajes, sí es conveniente conocer el mecanismo de la enfermedad y cómo repercute a nivel fisiológico.
Asimismo, nos abstendremos de practicar el masaje si el enfermo presenta fiebre, una fatiga extrema o un recuento muy bajo de plaquetas en sangre.
El respaldo científico del masaje oncológico
La práctica del masaje es cada vez más valorada para atenuar la sintomatología de la enfermedad y procurar a los pacientes una mayor calidad de vida. Durante décadas solo se disponía de pequeños ensayos realizados aleatoriamente que confirmaban las bondades del masaje oncológico efectuado por un profesional.
A principios del año 2.000 se inició el estudio “Terapia de masaje para el control de síntomas” que se llevó a cabo durante tres años por el Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering en Estados Unidos, el centro privado especializado en cáncer más antiguo y grande del mundo, en él que se atiende desde hace más de 135 años a personas que padecen cáncer.
En el estudio han participado un total de 1.290 pacientes que, durante este periodo informaron de la gravedad de los síntomas antes y después de recibir la terapia de masaje, utilizando escalas de calificación de 0 a 10 que evaluaron el dolor, la fatiga, las náuseas, la depresión, el estrés y la ansiedad, entre otros.
El Estudio de resultados Servicio de Medicina Integrativa y Servicio de Bioestadística evidencia los beneficios de recibir la terapia de masaje:
- Mejora en la percepción del dolor 47%
- Reducción de la fatiga 42%
- Mejora de la ansiedad 59%
- Reducción de las náuseas 51%
- Mejora de la depresión 48%
Tras este estudio, otras investigaciones posteriores han seguido respaldando estas conclusiones.
Beneficios del masaje para los enfermos de cáncer
Antes hemos mencionado la reacción fisiológica desencadenada por la acción del masaje sobre la piel. Los cambios neuroquímicos provocan un aumento de la producción de serotonina y dopamina y una disminución de los niveles de cortisol. También se activa el sistema inmune y aumenta la producción de linfocitos.
Los beneficios son los siguientes:
- Reducción del dolor y aumento de la sensación de bienestar.
- Disminución de la ansiedad y de la sensación de soledad.
- Mejora de la aceptación corporal.
- Descenso de la sensación de fatiga.
- Recibir un masaje antes de una sesión de quimioterapia contribuye a reducir la intensidad y cantidad de las náuseas.
Si el paciente cuenta con el consentimiento de su oncólogo, la terapia de masaje ayuda a llevar mejor la enfermedad y tener un mayor bienestar.
Durante el tratamiento de quimioterapia
El quiromasaje puede ser una excelente manera de relajarse y distraerse del estrés del tratamiento del cáncer. La quimioterapia puede aumentar la ansiedad, y recibir un masaje puede ser una excelente manera de aliviarla. De hecho, muchos profesionales recomiendan el masaje como una forma de medicina complementaria. De hecho, algunos estudios han demostrado que el masaje puede mejorar la calidad de vida del paciente al reducir la ansiedad y la dificultad para dormir. El masaje también puede reducir los efectos secundarios del tratamiento, como las náuseas y el dolor.
Sin embargo, hay que entender que la terapia de masaje no es una forma de tratamiento del cáncer y no evitará que el cáncer se propague ni retrasará su crecimiento.
No obstante, cabe destacar que el quiromasaje no está recomendado si tiene cáncer activo o metástasis en el cerebro o la médula espinal. Además, no se debe utilizar ningún tipo de aceite durante el masaje, ya que esto puede provocar una reacción alérgica en ciertas personas.
Por otra parte, es posible que los masajes durante el tratamiento del cáncer no se puedan aplicar a todos los pacientes. Una vez, recordamos la importancia de obtener la aprobación del médico. Un masaje puede parecer inofensivo, pero, cuando hablamos de cáncer, puede ser peligroso en determinadas circunstancias.
Divina es la tarea de aliviar el dolor” (Hipócrates – Padre de la Medicina – 460 a 377 AC.)