Una de las definiciones más conocidas para explicar que es un punto gatillo es la del Dr. David G. Simons: «Zona hiper irritable localizada en una banda tensa de un músculo esquelético que genera dolor con la compresión, distensión, sobrecarga o contracción del tejido, que generalmente responde con un dolor referido.»
Este médico estadounidense es reconocido como uno de lo primeros investigadores y especialistas en la medicina musculoesquelética junto a la renombrada Dra. Janet Travell.
Empezaron a trabajar juntos en 1960 y, en 1963, publicaron la obra de dos volúmenes «Dolor y disfunción miofascial – Manual de puntos gatillo», un libro que cambió la forma de abordar el dolor musculoesquelético.
La Dra. Travell fue la primera en utilizar el término punto gatillo, en 1942, para describir una zona extremadamente irritable, asociada a un nódulo palpable muy doloroso, localizada dentro de una banda tensa en el músculo esquelético.
Índice
Cómo se forman los puntos gatillo
El daño al músculo y al tejido conectivo que resulta en los puntos gatillo puede ocurrir de varias maneras. Destacan las siguientes:
- Lesiones por uso excesivo repetitivo de actividades como escribir o usar el ratón del ordenador, usar dispositivos electrónicos de mano, la jardinería, etc.
- Carga sostenida como levantar objetos pesados, transportar bebés o cajas o levantar pacientes postrados en cama.
- Mala postura habitual debido a nuestro estilo de vida sedentario, descondicionamiento y asientos mal diseñados.
- Apretar y tensar los músculos debido al estrés mental o emocional.
- Lesión directa como un golpe, torcedura, rotura, torsión o desgarro (accidentes automovilísticos, lesiones deportivas, caídas por escaleras, etc).
Aunque parezca extraño, los puntos gatillo pueden incluso desarrollarse debido a la inactividad, como el reposo prolongado en cama o estar sentado.
PGM: puntos gatillo miofasciales
El dolor en los puntos gatillo está asociado al dolor miofascial y a la restricción y disfunción del sistema fascial.
Son varias las posibles causas asociadas a la formación de los PGM, todas relacionadas con el mecanismo de contracción muscular y las líneas de estrés de la fascia:
- un traumatismo
- una lesión
- una sobrecarga muscular
- un sobreestiramiento
- hábitos posturales incorrectos
- movimientos repetitivos cotidianos
Características de los puntos gatillo miofasciales
- Dolor profundo
- Rigidez y debilidad muscular
- Nódulo palpable. Pueden notarse varios puntos, unos cerca de otros, inmersos en una banda tensa
- Piel circundante más caliente
- Presencia de dolor referido. Hay que buscar el origen del dolor. El PGM engrosa y acorta el músculo donde se aloja, comprometiendo su funcionalidad y dando lugar a una presión sobre vasos o nervios
- El mapa del dolor referido puede extenderse por varios dermatomas
- Al presionarlos, se reproducen los síntomas dolorosos (signo del salto)
Factores que contribuyen a la formación y perpetuación de los PGM
- Deficiencias nutricionales y factores bioquímicos
- Sedentarismo. Falta de flexibilidad. Sedestación excesiva
- Envejecimiento
- Aumento de peso
- Malformaciones congénitas
Se han desarrollado diversas teorías para explicar la fisiopatología de los PGM.
Los doctores Travell y Simons desarrollaron la Hipótesis de los Punto Gatillo Integrados (HPGI).
Esta teoría se basa en una posible disfunción de la placa motora o unión neuromuscular, debida a una despolarización anormal. Los filamentos de actina y miosina se atascan y no se deslizan unos sobre otros. El sarcómero o sarcómeros afectados mantienen la contracción con una liberación anómala de acetilcolina y de iones de calcio.
Las contracciones sostenidas forman la banda tensa y lo nódulos palpables, desencadenando unos cambios químicos locales que afectan de manera intracelular y extracelular: se acidifica la zona produciéndose una disfunción microcirculatoria y una falta de oxigenación y nutrición; se altera la eliminación de toxinas y aumenta el metabolismo y la demanda energética.
Todo el proceso se traduce en dolor y disfunción miofascial.
Otras teorías que intentan explicar la formación de los puntos gatillo son:
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- Teoría radiculopática: basada en la relación con una discopatía intervertebral, afectando a la raíz nerviosa y comprometiendo las señales neurovasculares
- Teoría polimodal: plantea la existencia de nociceptores latentes en distintos tejidos orgánicos que se activan ante determinados estímulos, tornándose dolorosos
Clasificación de los puntos gatillo miofasciales
Podemos clasificar los puntos gatillo según sus características de localización, cronicidad y sensibilidad, siempre teniendo en cuenta que un mismo PGM puede ser considerado en dos categorías distintas. Por ejemplo, un mismo punto gatillo puede ser latente y satélite.
- PGM Primario o central. Es un punto gatillo que se activa de forma directa. Estos PGM siempre se localizan en el centro del cuerpo muscular y son los responsables de activar uno o más PGM satélites
- PGM Satélite o secundario. Es activado por un PGM primario. Se desarrolla uno o más de ellos en los músculos situados en la zona de dolor referido
- PGM Insercional, Aparecen en la zona donde se inserta el tendón en el hueso -entesis- y en la unión miotendinosa. Son zonas sensibles seguramente debido a las fuerzas que actúan a través de ellas
- PGM Activo. Este punto gatillo causa dolor referido y crónico e impide el estiramiento del músculo
- PGM Inactivo o latente. Estos nódulos suelen ser puntos gatillo satélites. No son dolorosos y no causan dolor referido. Aumentan la rigidez muscular y pueden activarse al forzar la actividad del músculo
Cómo reconocer un punto gatillo
La palpación es la forma en que buscaremos y reconoceremos un PGM. Es fundamental la participación del usuario y para ello seguiremos unas pautas:
- realizaremos preguntas específicas que nos permitan conocer su historia a través de sus respuestas
- explicaremos el procedimiento de manera que lo entienda y de su conformidad
- intentaremos que se relaje lo máximo posible, buscando su implicación e interpretando sus reacciones
¿Qué buscamos?
- dolor localizado y sensibilidad del punto
- nódulo o banda tensa palpable
- área de dolor referido
- debilidad y limitación muscular
- rigidez
- pérdida de elasticidad cutánea y paniculitis
¿Cómo lo buscamos?
En los últimos años, algunos estudios han mostrado los PGM en imágenes por resonancia magnética que revelan actividad electrofisiológica en la zona afectada.
En 1957, la doctora Travell señaló, de forma experimental, la actividad eléctrica de los puntos gatillo y la cuantificación de la misma mediante un electromiograma.
La toma de fármacos para resolver o atenuar el dolor provocado por los PGM es casi inexistente. Existen diferentes técnicas manuales que se pueden aplicar para liberar los PGM tras su localización y reconocimiento a través de distintos procedimientos de palpación.
- palpación plana: desplazamos la punta de los dedos sobre la piel por encima de las fibras musculares
- palpación en pinza: pinzamos el cuerpo del músculo entre el pulgar y el resto de dedos y hacemos rodar las fibras musculares hacia delante y hacia atrás
Técnicas manuales de liberación de los puntos gatillo
Compresión isquémica o técnica de compresión por inhibición
Localizamos el PGM y empezamos aplicando una presión suave que iremos aumentando gradualmente mientras elongamos el músculo afectado hasta encontrar una barrera que causa molestia, no dolor.
Ejercemos una presión constante hasta que se logre una relajación y disminución de la sensación molesta.
Repetimos el proceso aumentando la presión hasta notar la siguiente barrera y así sucesivamente, durante 60-90 segundos.
Masaje de roce profundo
El músculo afectado debe estar relajado y elongado por completo. Localizamos el PGM o la banda tensa. Posicionamos el pulgar al inicio de la banda reforzando con la otra mano.
Aplicamos presión constante hasta lograr una relajación y continuamos a lo largo de la banda, repitiendo luego el masaje en la dirección opuesta.
Relajación postisométrica
Pediremos al usuario que realice una contracción ligera del músculo afectado dentro del rango que no cause dolor. Simultáneamente, aplicaremos una resistencia isométrica durante unos segundos.
Seguidamente, solicitaremos al usuario que relaje el músculo y practicaremos un estiramiento hasta el punto de resistencia. Repetiremos varias veces.
Técnica de rociado de aerosol frío y estiramiento
Localizamos el músculo afectado y realizamos un rociado de aerosol frío en dirección a la zona del dolor referido. Estiramos el músculo con suavidad hasta notar una tensión que no debe producir dolor. Realizamos una nueva aplicación repartida por la zona de dolor. Conforme el músculo se distiende, tensamos y aplicamos de nuevo. No lo usaremos más de tres veces para no provocar una reacción dermatológica adversa.
Una vez realizado el protocolo adecuado, es importante implicar al usuario en su autocuidado indicando unas pautas básicas de higiene postural que mantengan la alineación correcta del cuerpo.
Junto a una actividad física habitual y una nutrición consciente lograremos evitar muchas lesiones del aparato locomotor.
«La vida es como una bicicleta, no te caes hasta que dejas de pedalear … Es mejor desgastarse que oxidarse, así que sigue pedaleando» (Janet Travell)